Escuela de Verano: entrevista con Marcela Muñoz monitora de Danzas y Ritmos
Marcela Muñoz, profesora de música graduada de la Universidad Adventista de Chile, difusora y guía de danzas africanas y afrodescendientes, y actual monitora de Danzas y Ritmos en la Escuela de Verano del Centro Cultural Municipal de Chillán, nos cuenta sobre su rubro y como ha sido para ella ser parte de este proyecto.
¿De dónde nace su pasión por la música y la danza?
Creo que todos y todas la tenemos. Siento que algunas personas hemos tenido la posibilidad de descubrirla, pero en realidad todos somos un artista en potencia y la creación es una necesidad del ser humano. Por mi parte, me he permitido descubrirla, trabajarla y entregarla, siendo una de las cosas que más me apasiona, traspasar esa felicidad y enseñar esas herramientas que se van conociendo a través de la danza y la música.
¿En qué consiste Danzas y Ritmos?
El taller está constituido por dos módulos. El primero tiene relación con la danza, el cual está orientado a enseñar primeramente desde la conciencia corporal y lograr algunos movimientos que se acercan a la danza africana. Por otra parte, el módulo de ritmos es bastante integral, donde los niños desarrollan sus habilidades musicales en cuanto a la percusión, al canto, a la ejecución melódica de algunos instrumentos, pero todo esto pensado en los ritmos y movimientos.
¿Qué la motivó a participar este taller?
Creo que es súper necesario entregarles a los niños espacios de movimientos, ya que vivimos en una sociedad que nos mantiene bastante quietos. Mi motivación fue la de invitar a los niños y niñas a la danza y principalmente al juego, puesto que estos talleres están pensados para que ellos se motiven y quieran participar y aportar desde esa carencia que a nivel como sociedad tenemos. Por ende, me alienta bastante poder hacer ese aporte, ya que soy una convencida de que el movimiento es vida.
¿Qué beneficios le proporciona a los niños y niñas practicar estas actividades?
Los niños y niñas comienzan a tomar conciencia de su corporalidad, porque una vez que ingresan a los colegios, muchas veces comienzan a estar más estáticos y a rigidizar su cuerpo, entonces ellos, a través de estas instancias se les proporciona la oportunidad de jugar, de moverse, de relacionarse con otras personas, y de tener un autoconocimiento en cuanto a la corporal y a lo emocional. Asimismo, adquieren herramientas para la vida como, por ejemplo, la autoconfianza, la seguridad, el conocimiento sobre sus límites, hasta donde quieren y pueden. Todo eso creo que es algo súper importante.
¿Cómo ha sido la experiencia de ser parte de la Escuela de Verano?
Ha sido una experiencia muy enriquecedora para una comunidad completa, porque nos beneficiamos todos y todas, tanto quienes reciben estos talleres, como nosotros los monitores, ya que estamos constantemente aprendiendo de los niños; ellos tienen mucho que entregar. Además, hay un impacto familiar, porque hay un niño o una niña que llega a su casa feliz y contenta después de realizar las actividades y eso se traspasa y va permeando otras esferas de la sociedad. Creo que la experiencia de brindar un espacio para ellos es un acto social y político importante y lo que estamos haciendo es contribuir y colaborar para mejorar las infancias.